Friday, January 19, 2007

En la India: las aguas del Ganges se llenan de felicidad en una de sus fiestas más emblemáticas

Rito de la inmersión sagrada durante el festival Ardh Kumbh Mela en Allahabad, la India, donde confluyen los ríos Ganges, Yamuna y Saraswati.
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Uno de los rituales hindúes mas multitudinarios y festivos.
A pesar de la suciedad de las aguas la gente se baña.
Las trece órdenes más importantes de la india salen en procesión.

Rostros henchidos de felicidad emergían de las aguas sucias pero sagradas del Ganges hoy en Allahabad, donde millones de ascetas de largas melenas enmarañadas, yoguis, santones y familias enteras de peregrinos de toda la India se dieron cita para uno de los rituales hindúes mas multitudinarios y festivos.

La fiesta comienza durante la noche, bajo el brillo de la "luna nueva de los santos", y alcanza su apogeo al nacer el día, cuando comienzan las procesiones de cientos de miles de ascetas o sadhus de las 13 órdenes más importantes de la India, que compiten en esplendor con sus caballos, camellos, estandartes, carrozas y vehículos de todo tipo engalanados camino de la ribera del Ganges.

Un origen mitológico

En esta pequeña ciudad del estado norteño indio de Uttar Pradesh confluyen las aguas del Ganges y el Yamuna con las del mítico Saraswati, donde según la creencia hindú cayo una gota de néctar de la inmortalidad de una vasija disputada por dioses y demonios.

De esa batalla mitológica nació el centenario Kumbh Mela, o festival de la vasija, que cada seis años celebra una edición intermedia en Allahabad, el actual Ardh Kumbh o media vasija, y cada 12 la convierte en receptora de la mayor peregrinación religiosa del mundo.

Aunque ha habido quejas por la suciedad del agua y el escaso caudal que han obligado a las autoridades a abrir compuertas de una presa kilómetros más arriba para evitar un boicot del festival, la mayoría de los peregrinos no duda en zambullirse, nadar, incluso en beber de las aguas del Ganges, que empapan sonrisas contagiosas y desatan bulliciosos gritos de alegría.

"Es inútil sugerir que no se beba, es agua sagrada, una cuestión de fe", según explica un oficial que vigila la ceremonia desde una torreta, quien admite que a él tampoco le han disuadido los residuos industriales que tiñen de un color turbio el río más sagrado de toda la India.

La policía vigila y controla a los peregrinos
Durante toda la jornada, hasta que el Sol se pone siguen los desfiles ruidosos y alegres de sadhus, muchos de ellos ancianos, en sus ropajes de tonos azafrán hasta la arenosa ribera, por un camino preferencial que da al "sangam" o punto exacto donde confluyen los ríos, mientras el resto de peregrinos los observan y acompañan hasta el agua.

Una legión de policías vigila, da aviso de personas perdidas por altavoces y anuncia la siguiente "akhara" o secta de ascetas en descender en procesión, en un orden establecido por las autoridades para evitar disputas ocurridas en el pasado, sobre todo entre miembros de los grupos más "guerreros".

Se colocan estacas de bambú en los pocos metros de ancho de agua habilitados pata el gran baño ritual que impiden que la masa humana se desborde e inunde el río.

Unas 12 millones de personas se bañan en el Ganges en este día. El festival del Ardh Kumbh que comenzó el pasado día 3 y durara mes y medio. Se han levantado tiendas de campaña para cuatro millones de personas.

Hay un trasiego constante de gente yendo y viniendo del "sangam" con sus cosas a cuestas y bultos humanos cobijándose, aliviándose, comiendo o durmiendo en cualquier sitio.

Todos los colores, olores y sabores de la India están presentes en Allahabad, una ciudad llena de tenderetes de frutas y dulces, guirnaldas para ofrecer al Ganges, tinturas para el rostro, alhajas, estatuillas o retratos de dioses, mantas para el frío y vasijas de latón o simples bidones de plástico para que los fieles puedan llevarse de vuelta a casa un poco de agua del sagrado río.





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