La quema de tumbas para sembrar habichuelas, arroz y víveres de subsistencia, por un lado, y el corte de centenares de pino por parte de empresas que comercializan productos forestales, dan la sensación de que se está frente a una grave explotación de una zona protegida.
Los dominicanos y haitianos que trabajan por paga en labores agrícolas y fabricación de carbón, deforestan en la vecindad de las comunidades dominicanas de La Garrapata y El Carrizal, en Restauración, lugares por donde corren los ríos Dajao y Cacandó, afluentes del río Masacre o Dajabón. También en las localidades de Mariano Cestero y Río Limpio, donde funcionan además importantes aserraderos.
En la zona deforestada por haitianos y dominicanos, entre restauración y Pedro Santana se construyen casas.
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Haitianos que residen en pequeñas aldeas en la carretera internacional entre Restauración y Pedro Santana, entre los kilómetros 73 y 108, se cruzan del lado dominicano a cortar árboles en forma indiscriminada para sembrar víveres y güandules, así como para obtener leña, actividad con lo que facilitan en territorio nacional, el proceso de desertificación iniciado en suelo haitiano.
El daño a la foresta nacional provocado por extranjeros se produce frente a las localidades haitianas de Tirolí, Santa María, Los Algodones, Calavasié y La Finca, por donde corre el río Libón, afluente del Artibonito. Precisamente en esas localidades, del lado haitiano, hay un avanzado proceso de desertificación y pobreza del suelo, provocado por la deforestación y la erosión.
En busca de producir alimentos agrícolas y leña, los haitianos violan la separación fronteriza entre los kilómetros 73 y 108 de la carretera Internacional para hacer “conucos”.
En la zona donde ocurren estos daños a la foresta nacional existen varios puestos militares de la frontera desde Restauración hasta Pedro Santana. Entre los puestos del Ejército Nacional situados en la zona del daño figuran Villa Anacaona, Güayajayuco, La Palma, El Sombrero, Los Algodones y El Corte.
Reacción
En el trayecto entre Restauración y Loma de Cabrera, fueron vistos más de una docena de camiones repletos de troncos de pino que iban a los aserraderos. Consultado sobre el corte de cientos de pino para los aserraderos, Máximo Mateo, subgerente forestal en Restauración, justificó el hecho alegando que las empresas forestales tienen sus permisos de corte emitidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Asimismo, minimizó la deforestación que se observa en La Garrapata y El Carrizal, alegando que son pequeños conucos de subsistencia y que no amenazan el ecosistema. Informó que hay 17 de unas 20 empresas forestales autorizadas a realizar cortes para elaborar madera y enviarla a Santiago para su comercialización. “Son aserraderos autorizados por la Secretaría de Estado de Medio Ambiente. Ellos, si ustedes los visitan, les van a mostrar una copia de certificación de autorización que les ha dado la Subsecretaría de Recursos Forestales.
Toda esa madera es proveniente de los distintos planes de manejo y planes de corte autorizado, que han sido elaborados por técnicos, que también les dan seguimiento a los planes de manejo”, reveló el funcionario.
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