Por Milton Olivo
Era una hermosa mañana de febrero, en el séptimo año del nuevo milenio. Múltiples banderas tricolores decoraban las viviendas y edificios. Era el mes de la patria. Sobre un moderno autobús con aire acondicionado por la avenida 27 de febrero recorría la ciudad de Santo Domingo, capital de la isla de KISKEIA, voz y nombre Taino de donde proviene en el nombre de QUISQUEYA. Tierra de una raza; ni blanca como los Europeos, ni negra como los Africanos, más bien parda o marrón, como la definió Cristóbal Colon en su diario. Raza esta que fue exterminada en los libros, pero que satura las calles de Quisqueya. Kiskeia significa; madre de todas las tierras ó útero cósmico del universo.
Al caminar hasta al fondo del vehiculo quedé en medio de esta conversación. "También estoy convencido de que como país estamos y vamos mal. Todo el mundo está buscando combustibles no petrolero y nuestro presidente aprobando construcción de terminales de derivados del petróleo. Entiendo que no podemos seguir así, pero estamos atrapados por quienes supuestamente deben defendernos". Decía un joven universitario con sus cuadernos a cuesta.
"Pienso igual, los que llegan al poder terminan atrapado por la codicia, y lo que buscan es enriquecerse y pasan a realizar su agenda personal, divorciada de lo que espera el pueblo. Por ejemplo los dominicanos anhelamos que se resuelva la crisis eléctrica, y las autoridades nos enganchan en un metro eléctrico". Opinó un joven de trenzas.
"Por el contrario -dijo una bella joven que luego supe que era madre soltera- yo opino que nuestra desgracia es la cobardía y la comodidad. Queremos las cosas, pero somos incapaces de correr riesgos a menos que no sea buscando un interés individual. Esa es la razón de la ausencia de protestas ante la crisis y los escándalos de corrupción existente. Todo fuera diferente, si los jóvenes dominicanos nos propusiéramos a partir de este año enderezar el país, y de seguro que lo haríamos. Nos convertiríamos en el terror de los corruptos, y viendo que ya estamos hartos de verlos paseándose exhibiendo sus fortunas, y que estamos dispuestos a reaccionar, se limitarían".
"Opino igual- dijo un joven con aspecto de obrero- si decidiéramos llenarnos de valor y motivados participáramos defendiendo el interés de todos, y reclamáramos en cada momento nuestro derecho, a esta situación de crisis permanente le comenzaría su final. Actuando con pasión, con una pasión enfocada en hacer realidad las cosas sublimes y grandiosas del sueño Duartiano, definitivamente nuestra sociedad cambiaría.
Es cierto, nosotros los jóvenes somos los guerreros de esta sociedad. No podemos esperar nada de las generaciones mayores, parecen que están inyectado de no se que. Es asunto de trocar la actual cobardía en valentía. Ayer leía -dijo- que la valentía está estrechamente relacionada con la bondad. Que son dos caras de una misma moneda".
Un señor mayor que estaba cerca expresó “Imaginemos que de pronto todos los jóvenes Quisqueyanos entienden que ser una buena persona no es tan importante como ser valiente. Que no es suficiente con ser bueno y bien pensado. Que hay que tener el coraje de luchar contra la injusticia y la maldad. Que las personas valientes son las realmente grandes, y entre ellas, las más grandes son aquellas personas que se distinguen por su lucha a favor de la “justicia".
¿"Que podemos hacer para comenzar"? Dijo el más joven del grupo.
"A partir de hoy no tolerar los abusos ni los atropellos. Y saber que tiene la obligación cívica de no ser indiferente ante las luchas sociales. Y siendo consciente de que la mejor forma de lidiar contra la corrupción y el mal es exponerlo, desenmascararlo e intensificar la capacidad de vigilancia de cada uno de nosotros contra los males que nos afectan. Y la única manera es participando en todo los lugares y todos los momentos posible, aprobando militantemente si es necesario, lo bueno, y rechazando con su presencia en las calles si es necesario, lo que es malo". Le contestó alguien que hasta ese momento no había opinado. Parecía de corbata un empleado bancario.
Alguien del fondo dijo; "Todo se consigue a partir de la victoria. La cobardía, el individualismo y el temor, por consecuencia su resultado es la miseria. El triunfo de la justicia allana el camino para cualquier cosa; abre rutas para la construcción y la felicidad. Los que por su cobardía se dejan vencer finalmente terminaran atrapados por el sufrimiento".
"No hay peor sufrimiento -continuó- que el de la miseria y la impotencia. Y peor cuando sabemos que es resultado de nuestra indiferencia, de nuestra irresponsabilidad, que en el fondo no son mas que disfraz con que se viste la cobardía".
En eso cerré los ojos y oré; Padre en el nombre de Cristo, te pido que bendiga a los jóvenes Quisqueyanos, que los llenes de coraje y valentía para que no sigan siendo indiferentes, ni individualistas, para que automáticamente siempre rechacen el mal, cualquiera que sea. Que protesten siempre contra la injusticia y que rechacen la cobarde indiferencia.
"Así, uno a uno, predicando con nuestros actos, iremos construyendo una corriente nacional de individuos con el valor de manifestar su rechazo por lo negativo y con el coraje para participar y demandar lo positivo, haciendo realidad un país solidario. Haciendo realidad el lema nacional, única forma de ser autentico dominicano; de primero Dios, luego la Patria y después el compromiso cívico de todo ciudadano de mantenerla LIBRE DE MALES".
Milton.olivo@gmail.com
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Saturday, February 24, 2007
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