por Karlos Pérez de Armiño
-SERVICIOS GOOGLE PARA BLOGGERS-
.
Ahora bien, la experiencia demuestra que tales intervenciones, aunque arropadas con el barniz de principios universales y humanistas, en realidad responden en gran medida a la agenda y los intereses geopolíticos de los países desarrollados que las practican. De este modo, según sostiene Mark Duffield (2005: 3 y 5), la seguridad humana puede verse como un instrumento occidental para la gobernanza global, para lo que denomina la "biopolítica global", esto es, un mecanismo de seguridad que opera mediante intervenciones tanto reguladoras como disciplinarias. Este crítico autor británico ve la "seguridad humana como una tecnología que empodera a las instituciones y actores internacionales para individualizar, agrupar y actuar sobre las poblaciones del Sur".
En parecidos términos, la visión que algunos autores críticos tienen de la seguridad humana podría resumirse diciendo que la ven como un instrumento de la agenda neoliberal del Norte para imponer valores y sistemas occidentales a los países pobres.
4) Un último problema, tanto de conceptualización como de uso, radica en una cierta distorsión reciente del concepto de seguridad humana, palpable en un creciente énfasis que se viene prestando a uno de sus componentes, el de seguridad, en contraposición a otro, el de desarrollo .
Como dice Duffield (2005: 1, 3 y 12), durante los años noventa predominó una visión universalista de la seguridad humana, en la que el desarrollo y la seguridad eran vistas como "diferentes pero iguales". Sin embargo, la guerra contra el terrorismo ha roto el equilibrio entre ambas; ha restado peso al desarrollo a favor de una visión "más dura" de la seguridad, entendida como la seguridad de la economía e infraestructuras nacionales, del propio país. Esto es coherente con un escenario en el que la agenda universalista de desarrollo y de lucha contra la pobreza, así como la cooperación internacional para el desarrollo, han quedado supeditadas a la prevención del terrorismo mediante la reconstrucción de los estados frágiles y fallidos, y la mejora de la seguridad en áreas inestables de interés geoestratégico. El problema, concluye, es que "su" seguridad y desarrollo se están convirtiendo en importantes sólo en la medida en que son medios para "nuestra" seguridad. En la misma línea, Krause (2004: 368) constata que la seguridad humana se está definiendo y utilizando para referirse a "nuestra seguridad" y a nuestra protección ante "el otro", como pueden ser el inmigrante o el seropositivo, "construyendo muros entre las personas donde deberían construirse puentes".
CONCLUSIONES: LA VISIÓN AMPLIA VERSUS LA RESTRINGIDA
Como hemos podido apreciar, el enfoque de la seguridad humana presenta tanto fortalezas como debilidades. No en vano, es un concepto relativamente reciente, de modo que para ampliar sus potencialidades y minimizar sus deficiencias requeriría un mayor esfuerzo de investigación en una doble dirección. En primer lugar, en el campo de la teoría, dotándole de contenidos más precisos y más sustancia conceptual, para lo que una estrategia de investigación útil podría ser explorar sus vínculos con otras categorías analíticas, como pueden ser el género, los derechos humanos o el propio desarrollo humano. En segundo lugar, en el plano empírico, mediante estudios de caso en los que se pueda constatar la aplicabilidad de este concepto y su utilidad como herramienta de análisis de la realidad y como criterio para la propuesta de políticas. Un escenario particularmente interesante para la aplicación de la seguridad humana como marco de análisis es el de los países en procesos de rehabilitación posbélica, en los que aparece con gran intensidad la interrelación entre los problemas de seguridad y los de desarrollo. Ambas líneas de trabajo pueden dibujar nuevos horizontes y contribuir a profundizar en el debate sobre la seguridad humana, a fin de que sea más útil como marco de análisis y como referente para propuestas políticas.
Ahora bien, para considerar, como hemos intentado en este artículo, las potencialidades y los riesgos del paradigma de la seguridad humana, es inevitable partir de la discusión que cruza todo el debate en torno a la misma: el existente entre los enfoques denominados amplio y restringido de la seguridad humana. Los pros y contras que podamos atribuir a la seguridad humana dependen de qué enfoque adoptemos.
En este sentido, los partidarios de la visión restringida critican el enfoque amplio por cuanto resulta excesivamente comprehensivo y, por tanto, ambiguo. Así pues, defienden una visión restringida basándose en cuatro argumentos principales: a) disponer de una definición concisa y clara; b) posibilitar la elaboración de indicadores para medirla; c) convertirla en una herramienta clara de análisis para los investigadores; y d) favorecer su aplicación práctica para el diseño de agendas políticas. A tal fin, proponen un concepto de la seguridad humana que se centra fundamentalmente en la seguridad ante la violencia física, particularmente en contextos de conflictos armados y crisis humanitarias en estados frágiles y fallidos. De este modo, dejan de lado la definición original que propuso en 1994 el PNUD, vinculada a la consecución del desarrollo humano y el bienestar en un sentido amplio.
Los argumentos esgrimidos son razonables, pues no en vano se justifican en las deficiencias que hemos analizado más arriba. Ahora bien, todos ellos son argumentos de tipo pragmático que, sin embargo, han tenido consecuentemente una profunda reducción, por no decir amputación, del contenido y significado mismos de la seguridad humana tal y como se concibió inicialmente. En nuestra opinión, esta reinterpretación en clave restrictiva del enfoque encierra varios efectos negativos por diversas razones.
En primer lugar, limitarse a la "libertad frente al temor", es decir, a la protección frente a la violencia física, olvidando la "libertad frente a la necesidad", o sea, la seguridad que proporciona el desarrollo humano, supone revertir una de las líneas de avance teórico que desembocaron en la gestación del concepto de seguridad humana. Como hemos explicado en la primera parte de este artículo, el enfoque de la seguridad humana se conforma a partir de reflexiones que, durante las dos décadas anteriores, formularon dos tipos de cuestionamientos del concepto clásico de seguridad. Uno se refería a quién es el sujeto de la seguridad, habiendo dado lugar a un cambio en el mismo, desde el Estado al individuo, que es consustancial a la seguridad humana en cualquiera de sus dos interpretaciones. Pero el otro cuestionamiento se refería a qué son la seguridad y las amenazas a la misma, y su aporte consistió precisamente en concebirlas más allá de la ausencia de violencia física, contemplando otros factores socioeconómicos o medioambientales esenciales para la supervivencia y la dignidad humanas. Esta línea de evolución teórica lamentablemente ha quedado en gran parte olvidada por la interpretación restringida de la seguridad humana. Sin embargo, se nos antoja un tanto contradictorio aceptar el cuestionamiento del quién pero marcar tales límites al cuestionamiento del qué . En efecto, si asumimos que el eje de la seguridad es la persona, ¿cómo ignorar que, para ella y para su subsistencia con dignidad, tan lesivas y amenazantes como la violencia física pueden ser la exposición a epidemias infecciosas, la hambruna, la miseria o las crisis medioambientales?
---
---
Volver al directorio:
http://moises-iturbides.blogspot.com
No comments:
Post a Comment