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María Andrade. GRANADA. Creía firmemente que no era justo vivir enganchada a un respirador mecánico. Se armó de valor y salió de su anonimato, de su larga agonía atada a la cama de un hospital para pedir el 16 de octubre de 2006 que la dejaran morir con dignidad. Anoche se hizo justicia, la que había reclamado: Inmaculada Echevarría dejó de respirar.
Su caso ha generado un amplio debate en torno al derecho a morir dignamente, con posicionamientos firmes a favor y en contra. Al lado de la enferma, que firmó su testamento vital el 11 de noviembre tras permanecer una década postrada en una cama del Hospital San Rafael, colectivos, expertos en Bioética, jesuitas, la Administración autonómica, y los informes éticos y jurídicos que respaldaban el deseo –anoche cumplido– de Inmaculada al tratarse de "una limitación del esfuerzo terapéutico".
En contra, con palabras gruesas, los que veían eutanasia en la desconexión del respirador, liderados por la Iglesia, cuyas voces han elevado el tono en las últimas semanas. El domingo, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, llegó a decir en la Catedral que daría su vida por que Inmaculada pudiera "vivir una vida gozosa y feliz el tiempo que Dios quisiera". Y pidió a los fieles que rezaran por ella con discreción, para no hacer de su sufrimiento un "show mediático".
Pero no puede llamarse espectáculo el caso de esta navarra que padecía distrofia muscular progresiva y que, tras obtener el aval jurídico, cuidó todos los detalles de su despedida y decidió, quién sabe si con admirable frialdad o con hondo sentimiento, el de la persona que contaba ya sus horas para liberarse de la máquina que la ataba artificialmente a la vida, cómo y quién debía acompañarla en la despedida.
En todo caso, su amarga experiencia allana un camino para ejercer un derecho, la muerte digna, sobre el que hasta ahora se debatía en abstracto y al que Inmaculada Echevarría le ha puesto rostro y voz, la que a duras penas le salía del cuerpo cuando pidió que le retiraran el respirador.
Con la misma valentía que compareció ante los medios de comunicación y dio todos los pasos legales para conseguir su deseo, sin titubear, ayer se enfrentó a la muerte. Descanse en paz, dignamente.
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