Crece el número de personas que vive en las calles y que se alimentan gracias a limosnas y a la basura que recogen de los zafacones
Texto y fotos.-
-DE EL CARIBE, MATUTINO DOMINICANO-
Título del Editor.- (MI)
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Por techo tienen los toldos de los comercios y los puentes, que les cobijan cuando cae la noche y se retiran a descansar para despertar al día siguiente a empezar otra vez la rutina de vagar por las calles, en busca de comida y dinero.
Dice que se llama José Antonio Tejada Reyes, pero que todos le dicen Quique Nice, que tiene 37 años y que desde hace varios años dejó de vivir en Miami con su padre y ahora su casa es el parque ubicado frente a la iglesia de Santa Bárbara, Zona Colonial.
“Mi mamá se murió y mi papá sigue en Miami, tengo hermanos, pero viven fuera y no sé qué ha pasado con ellos”, dice, y acto seguido levanta la botella que contiene cemento y se la lleva a la nariz.
Otro indigente pasa y lo saluda, ambos ignoran que su presencia en el lugar constituye un problema cuya complejidad va en auge ante la cantidad de pordioseros que rondan las calles de la capital y de la provincia Santo Domingo, y de los que se cree que alrededor de un 60 por ciento son enfermos mentales.
“Nosotros trabajamos con esas personas, dándoles orientación y alimento, pero el problema es más grave y son las autoridades las que tienen que llevarlos a un lugar donde estén protegidos”, manifiesta la religiosa Carmen Ayala.
Las autoridades elevan la voz de defensa y aseguran que hacen lo que está a su alcance para combatir el inconveniente.
Una de las medidas consiste en llevar a los menesterosos a albergues, desde donde se localiza a sus parientes.
“Se va al registro civil y se logra dar con el paradero de la familia, es dificil que alguno no tenga familia, entonces lo llevamos a su casa, muchos son abandonados de nuevo y la cosa se torna difícil”, se precisa desde el Departamento de Salud Mental de Salud Pública.
Mientras se encuentra una salida, esos seres humanos representan un cuadro imposible de ignorar y se convierten en un llamado a las autoridades a prestar más atención.
Posiciones encontradas en torno a la solución
Mientras los vecinos de los lugares donde los indigentes han hecho su hábitat atribuyen indiferencia a las entidades encargadas de vigilar la zona, esas organizaciones se defienden y aseguran que cumplen con su labor.“Lo que hacen es agarrar a esa gente y montarla en una guagua para dejarla como a 50 kilómetros, pero al día siguiente regresan y no se resuelve nada”, dice Nilson Cabral, secretario de la junta de vecinos de Santa Bárbara, Ciudad Colonial.
Esas afirmaciones son respondidas por el director de la Policía Turística, Pablo Lugo Adames.
“En el caso de los menores, son protegidos por la ley y cuando los detenemos les damos charlas y después los llevamos al Departamento de Menores de la Procuraduría, que ubica a sus padres o los lleva a detención de menores si han cometido alguna infracción”, indica.
El Consejo de la Niñez y la Adolescencia también forma parte del equipo, su labor consiste en llevar a los muchachos a albergues temporales.
“Pero muchas veces sus padres no los reclaman y vuelven a las calles”, expone el sociólogo Luis Mendoza.
A esa realidad se adhiere el hecho de que los chicos se han constituido en bandas que se disputan el control de las zonas de las que “se han apropiado”, y que muchos son usados para cometer delitos o explotarlos sexualmente. Una situaión que mueve a reflexión.
Lo que hace Salud Pública
En cuanto a los adultos se refiere, existe un acuerdo que incluye a la secretaría de Salud Pública, para recoger a los indigentes de la calle, pero las mismas instituciones involucradas manifiestan que la cuestión es más complicada que en el caso de los menores.“El problema está en que la mayoría tienen trastornos mentales y en el manicomio solo aceptan a personas con demencia grave, entonces lo que se hace aquí es medicarlos y entregarlos a sus familias.
Se estima que alrededor de 200 indigentes deambulan por las vías de la capital y de la provincia Santo Domingo, de los que la mayoría vive en esos sitios y otros llegan de pueblos cercanos.
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